¿Te imaginas que un día tus compañeros de escuela desaparecieran? Esto pasó en Argentina hace 48 años, cuando varios jóvenes estudiantes fueron secuestrados por la Policía de la Provincia de Buenos Aires. Ayer, 16 de septiembre se conmemoró uno de los capítulos más tristes de la historia argentina: “La noche de los lápices”.
¿Qué es La Noche de los Lápices?
En la noche del 16 de septiembre de 1976, estudiantes de entre 14 y 17 años fueron secuestrados por militares en La Plata, Argentina. Estos jóvenes fueron llevados a centros clandestinos donde sufrieron torturas y desapariciones. Estos estudiantes ya estaban en la mira del gobierno de la dictadura, ya que habían participado en la campaña por el boleto estudiantil en 1975 como parte de la Unión de Estudiantes Secundarios (UES). Este grupo de jóvenes se destacó por su lucha en defensa de los derechos humanos y la democracia en Argentina.
Esa noche fueron secuestrados Claudio De Acha, María Clara Ciocchini, María Claudia Falcone, Francisco López Muntaner, Daniel Racero y Horacio Ungaro. Días después, Emilce Moler, Patricia Miranda, Pablo Díaz y Gustavo Calotti también fueron desaparecidos. Todos ellos fueron torturados durante semanas y luego encarcelados. Solo Gustavo, Emilce, Patricia y Pablo lograron sobrevivir y recuperar su libertad.
El contexto: Silenciando a una generación
El 24 de marzo de 1976, las Fuerzas Armadas tomaron el poder en Argentina y destituyeron a la presidenta María Estela Martínez de Perón. Este día marcó el inicio de una dictadura militar que trajo una era de violencia y represión para los argentinos. El régimen tenía como objetivo eliminar a todos los que se opusieran a su gobierno, recurriendo a desapariciones, torturas y asesinatos.
A pesar de que «La Noche de los Lápices» es uno de los eventos más recordados de esa época, no fue el único. Durante los años de dictadura (1976-1983), más de 30,000 personas desaparecieron. La mayoría fue llevada a centros clandestinos de detención, donde se les torturaba para obtener información sobre otros opositores, quienes también eran perseguidos y eliminados. El régimen usó el miedo para controlar a la población, logrando que se detuvieran las movilizaciones contra los militares y que se violaran gravemente los derechos humanos en Argentina.
La voz de los estudiantes
La juventud siempre ha sido protagonista de estos hechos. En esa época, eran ellos los que participaban activamente en organizaciones en contra de los regímenes dictatoriales. Es por eso que fueron uno de los principales objetivos de la dictadura militar. Aunque la democracia fue restaurada en Argentina, y hubo juicios en contra de los responsables de estos delitos, se crearon leyes para olvidar ese capítulo de su historia y barrerlo debajo de la alfombra.
Recordemos este día como uno de los más tristes no solo en la historia de Argentina, sino en el mundo entero. Fue un momento en que el gobierno intentó silenciar las voces de estudiantes que solo pedían justicia y democracia. Estos jóvenes, que no eran políticos o formaban parte de organizaciones ilegales, sino que eran defensores de sus derechos humanos y luchaban por un futuro mejor. Gracias a su valentía, hoy los estudiantes argentinos disfrutan de la libertad para expresar sus opiniones y exigir lo que les corresponde a sus gobiernos.
Esto nos recuerda algo fundamental: NO HAY QUE CALLAR, NO HAY QUE OLVIDAR. Debemos luchar y exigir el respeto a nuestros derechos, sin dejar que el Estado nos silencie. Nuestras voces son poderosas y necesarias. Aunque intentaron callar a estos jóvenes argentinos, después de 48 años, “los lápices siguen escribiendo”. Su legado de valentía y resistencia sigue inspirando a las nuevas generaciones a luchar por justicia y libertad.
Defendamos nuestros derechos hasta que la voz se nos vaya y nuestros puños se cansen. El ser estudiantes y jóvenes que defienden sus convicciones, no nos vuelve rebeldes, nos vuelve revolucionarios.
“Ser joven y no ser revolucionario es una contradicción hasta biológica”
Salvador Allende
